Ayuno
- Galia Kleiman
- 19 dic 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 dic 2019
Ayunar es parte de la vida diaria, no es más que la cara opuesta de comer. Si no estás comiendo, estás ayunando. Ayunamos todas las noches y rompemos este ayuno cuando desayunamos. Durante este tiempo es cuando nuestro cuerpo se repara y limpia.
Ayunar es quizá el tratamiento alimenticio más antiguo y efectivo pero por algún motivo hemos olvidado su formidable efectividad e ignorado sus posibilidades terapéuticas.
Ayunar permite al cuerpo quemar el exceso de grasa corporal. La grasa corporal es energía alimentaria almacenada para los tiempos de escasez. Cuando no había comida, el cuerpo entonces podía usar su propia grasa para obtener energía. El problema es que hoy en día esta escasez nunca llega.
La insulina es la principal hormona implicada en el almacenamiento de la energía alimentaria. La insulina aumenta al comer y ayuda a almacenar el excedente de energía a manera de glucógeno, que se almacena en el hígado. Una vez que se llena de glucógeno, el hígado empieza a convertir el exceso de glucosa en grasa. Parte de la grasa se traslada a depósitos de grasa del cuerpo (panza, muslos, cadera o peor, la papada).
El proceso funciona a la inversa cuando no comemos (ayuno). El nivel de insulina desciende, dando señal al cuerpo para que empiece a quemar la energía almacenada. La glucosa sanguínea desciende y el cuerpo tiene que extraer glucosa del depósito para quemarla como energía.
El glucógeno es la fuente de energía de más fácil acceso, entonces el cuerpo prefiere utilizarla. Es sólo cuando la glucosa y glucógeno se acaban, que el cuerpo comienza a quemar su propia grasa almacenada para transformarla en energía. Si empezamos a comer desde que nos levantamos y no paramos hasta que nos vamos a dormir, pasamos la mayor parte del tiempo en el estado de absorción.
Para restablecer el equilibrio o adelgazar, necesitamos aumentar el intervalo en el que quemamos energía alimentaria (ayuno).
Existen muchos mitos sobre la comida como por ejemplo que el desayuno sea la comida más importante del día (no hay estudios que lo demuestren ) o que alimentarse durante todo el día acelera el metabolismo (con el suministro constante de carbohidratos el cuerpo no quema grasa).
El ayuno intermitente es una herramienta sorprendentemente simple y sostenible con multiples beneficios: reduce el hambre, aumenta el metabolismo y mejora las hormonas que afectan el azúcar en la sangre.
Los beneficios son de gran alcance y bien documentados:
Mejora la lucidez y la concentración
Pérdida de peso y grasa corporal
Disminución de los niveles de insulina y azúcar sanguínea
Corrección de la diabetes tipo 2
Aumento de energía
Incremento de la quema de grasa
Aumento de la hormona de crecimiento
Disminución del colesterol en sangre
Reducción de riesgo de sufrir la enfermedad de Alzheimer
Aumentar las probabilidades de una vida más larga (longevidad)
Activación de la limpieza celular
Reducción de la inflamación

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